“LA VIEJA DEL MONTE”
Buenas tardes amigos;
Estoy aquí para contarles a
los niños y los no tan niños una leyenda y una bonita costumbre de la montaña
de León, Cantabria, y Palencia, representada en esta muñeca de trapo.
“LA VIEJA DEL MONTE” (aquí en Palencia son la tía Roja y el tío Rojo)
Empezaremos preguntando a ver
cuántos conocen “la vieja del monte”?
¿A ver, quién siendo niño no
esperó con impaciencia la llegada a casa del padre o familiar que guardaba las
veceras, para revisarle la zurrona a ver que nos mandaba?,
Es curioso el hablar con las
gentes de las costumbres del lugar, y hacerle un tanteo a sus memorias
coincidir todos, de distintas edades en decirte “pondrás algo de la vieja del
monte”. Era un personaje mitológico y muy querido en la comarca, esta venerable
anciana dio muchas alegrías, despertó grandes ilusiones; los niños de muchos
lugares vivieron y vivimos con ilusión esta simple pero entrañable costumbre.
Escuchad, vosotros los niños,
la vieja del monte es una viejita muy buena y cariñosa que vive por los montes,
que hace un pan exquisito, las tortillas no hay quien las haga como ella, y los
chorizos y jamones que cura son de lo mejor que se puede comer; mandó sus
regalos a los niños desde tiempos inmemorables, fue pasando esta costumbre de
generación en generación, sin poder precisar en qué momento de la historia
surgió o que leyenda la promovió, incluso se la conoce en América.
La costumbre era (no digo es porque
ya no se hacen veceras para cuidar los ganados); que cuando tocaba guardar una
vecera, el padre o persona adulta de la familia que la cuidaba, al llegar la
noche dormían en el monte al calorcito de la lumbre que hacían, envueltos en
sus tapabocas, entonces llegaba la vieja del monte con mucho cuidado y mucho
sigilo para no despertarles, y metía en sus zurronas un cacho de pan, y un
trozo de tortilla, o un poco de queso o chorizo para que al llegar a casa los más
pequeños rebusquen en esa zurrona para ver lo que les manda la vieja del monte,
y lo comíamos con deleite, como si fuera el mejor de los manjares, y que aunque
se había pasado todo el día metido en la fiambrera, dentro de la zurrona y a la
espalda del pastor, soportando calores o fríos, sabía a gloria y se agradecía a
la buena señora que aun viviendo sola en los montes tuviera un recuerdo para
nosotros, los niños, todos queríamos verla para darle las gracias pero era
invisible, andaba por los montes y nunca se dejaba ver por los niños, cuando
caminábamos por los valles íbamos atentos, pero nada, solo a los mayores era a
los únicos que ella se acercaba, pero siempre a escondidas para mandarnos esas comidas
tan ricas.
Cuantas veces nuestros mayores habrían comido de buena gana
y otras por necesidad toda la merienda que aparecía en la zurrona, pero la
tradición mandaba que eso era para los niños de la casa, y a casa llegaba para alegría de los más pequeños,
y no tan pequeños, y no se puede uno imaginar la decepción que sentiríamos si
al abrir la zurrona no apareciese nuestro regalo de “La Vieja del Monte”, sería
terrible.
Pensareis que con poco nos
conformábamos pero entonces no había esos iphone de última generación ni todas
esas consolas que tenéis ahora, y ni falta que nos hacía, éramos felices y
teníamos en el monte una viejecita que nos quería mucho.
Este es nuestro personaje, y
que ya se van olvidando de ella, ya no hay pastores que cuiden los
ganados, los pastores ya son eléctricos
y lo más triste es que ya no van quedando niños en los pueblos, en este tenemos suerte, somos un pueblo privilegiado, tenemos
muchos niños.
El año pasado hice un
llamamiento por Facebook para traer a la Navidad a nuestra vieja del monte como hacen los
vascos con su olentzero o los catalanes con su tronca. Fue un éxito, ya
acompaña a los ramos leoneses en estas Navidades, ya en Trobajo del Camino se
hizo una cabalgata, y Riaño la presentó en la tele.
A algunos esta tradición os suena extraña pero
yo pienso que respetando y celebrando las costumbres locales no está mal que
cada uno dediquemos un recuerdo a nuestra cuna, allí donde estemos, y en mi
casa esta nochevieja la vieja del monte dejó sus frutos secos y mucho cariño.
Bueno amigos, con esto me
despido FELIZ AÑO NUEVO